Creador escénico. Autodidacta. Apasionado de la poética de los objetos. Así se define Xavier Bobés (Barcelona, 1977) quien, desde hace más de veinte años, investiga todo tipo de objetos cotidianos, y aparentemente banales, hasta explorar todo su contenido simbólico y teatral. Este interés surgió de forma muy intuitiva, pero también fue fruto de un camino rodeado de procesos de creación. Estudiar interpretación y algo de danza, le ayudó a descubrir que, lejos de querer jugar con la palabra, o con el cuerpo como un bailarín, se veía más generando espacios a través de posibles manipulaciones. Y, sin saber ni cómo ni por qué, empezó a trabajar con juguetes, y muñecos, y maniquíes, hasta zambullirse en un período de investigación bastante largo que le llevó a intentar encontrar su propio lenguaje.
Cuando estudiaba, la mirada de Bobés se escapaba de la perspectiva del intérprete. Buscaba el detalle. Los zapatos de la actriz aquí y ahora. Cuando despegaba, o cuando caía al suelo. Se sentía atrapado por el simbolismo de los objetos en escena y el tráfico entre ellos. Tal mirada fue la que, poco a poco, acompañada de la escritura, le llevó a jugar, ya jugar, ya jugar, hasta que los juegos se convirtieron en dramaturgias en las que los objetos generan ficciones de escena. Cuenta que nos invitan a manipularlos ya contar historias. Como creador, lo que más le atrapa es el estado de latencia en el que las cosas, desde una forma dinámica, son testigos del uso que hacemos de ella y todo toma un sentido poético. Bobés tiene claro que tocar es imprescindible. Jugar sin límite alguno. Considera que generar espacios por el imaginario es necesario para poder seguir siendo quienes somos. A partir de esta premisa, trabaja y crea. Para dar tiempo, sobre todo a los adultos, a tocar, jugar, observar desde una mirada más tranquila. A recordarnos que sólo tenemos dos manos y un cuerpo, y en recuperarnos de la prisa, la inmediatez y las exigencias de un entorno superficial al que estamos sometidos a diario.
Este verano, Xavier Bobés vuelve al Grec Festival. Esta vez, lo hace con un ciclo de tres espectáculos en el Teatre Lliure. Toda una celebración, ya que El cap als núvols (29 y 30/06) es la primera propuesta de creación en solitario de Bobés, hace veinte años, y recuperarla, asegura, ha sido todo un regalo. Esta vez, sin embargo, la obra la ha transmitido a otro intérprete: Marc Guillén. Además, le ha revisado, enriquecido, y cuenta con una mirada diferente y una sensibilidad cercana.
La segunda propuesta, Cosas que se olvidan fácilmente (del 29/06 al 7/07), también le ha transmitido a otro intérprete: Francesco Sinopoli. Para el creador es poderosa, una profundización en el oficio del teatro de objetos. Una obra con sólo cinco espectadores, las manos del intérprete, y todas aquellas sugerencias que puedan transmitirse a partir de las cosas.
En último lugar, Tumbalafusta (6 y 7 de julio) es un paso más allá, una colaboración con la compañía de teatro La Ruta 40, destinada a los niños, y que busca construir imaginarios desde dónde aprender y divertirse en partir de la materia prima: la madera.
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