Un caballero que respira en verso

Redacció TeatreBarcelona

Llega a Barcelona El Caballero de Olmedo y lo hace dejando a su paso por Madrid taquillas con el cartel de Completo, largas listas de espera y » disgustos» de los que no la han podido ver: la adaptación de Lluís Pasqual quiere repetir en el Teatre Lliure el éxito que la avala.

Lope de Vega es un poeta popular, y hay pocos en la literatura castellana del Siglo de Oro que conecten así con el público general. Bajo la premisa de que a los clásicos no es necesario actualizarlos, Lluís Pasqual ha creado un montaje que, a pesar de ser una historia llena de épica, es también muy cercana al público tanto a nivel narrativo como escénico: los espectadores podrán ver muy de cerca a los actores de la obra que en Madrid, explica el equipo, ya ha emocionado a pequeños y mayores.

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Pascual define El Caballero de Olmedo  como «un alegato contra la intolerancia» : un caballero de Olmedo enamorado de una dama de Medina —dos ciudades cercanas, que «ya podrían ser Vila-seca y Salou», bromea Pascual— y las ganas de venganza del que era el novio de la dama. No es un amor romántico, sino un amor adulto, con Celestina incluída, pero un amor que a veces no está. Y para llevar a escena este lirismo del Siglo de Oro se ha tenido en cuenta lo que decía Lope de Vega sobre que, para hacer teatro, sólo se necesitan «dos actores, cuatro tablas y una pasión»: tanto la escenografía como el vestuario están pensados ​​para quedar en segundo plano y dejar que destaquen los versos y las interpretaciones, muy físicas, esgrima caballeresca inclusive.

DOS COMPAÑÍAS, UNA PASSIÓN

El montaje une la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico madrileña y la catalana Kompanyia Lliure, junto con Rosa Maria Sardà —y Francesca Piñón que la sustituirá en algunas sesiones, después de que la actriz catalana haya sufrido algunos problemas de salud en Madrid— y la música en directo de Pepe Motos, Antonio Sánchez y Jordi Collet. Las percusiones y voces flamencas acompañan, junto con las cuerdas de una guitarra y un violín, un texto en verso. La versatilidad conlleva un trabajo que las dos compañías, muy jóvenes, han visto recompensado: la métrica marca las pausas de la voz pero también las de la dramaturgia, y una vez dominada la técnica, explica Pol López, que encarna a Tello, se han dado cuenta de que no les limita, sino que les » da libertad». El verso es lo que hace respirar este Caballero de Olmedo.

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