La desaparició de Wendy, dirigida por Oriol Broggi, inaugura las nuevas instalaciones de la Beckett en Poble Nou.
El 20 de junio de 2015, Josep Maria Benet «Papitu» hacía 75 años. La alegría de la efeméride fue, sin embargo, enturbiada por un anuncio que conmueve el mundo teatral catalán: el dramaturgo sufre alzheimer.
Maestro de toda una generación de autores, Benet i Jornet ha sido desde siempre una figura querida y respetada del panorama barcelonés, y este es sin duda el motivo por el que, este año, una temporada después de la noticia, estemos asistiendo a un espontáneo , cariñoso e informal homenaje a su figura, que está teniendo lugar -donde sino- en la cartelera de nuestra ciudad.
Con tres espectáculos programados durante este primer trimestre, Pepito nunca había sido de tanta actualidad. Abrió fuego el Almería con la inquietante La habitació del nen. No hace ni una semana contraatacaba el Teatre Lliure con una Revolta de Bruixes protagonizada por las actrices de la Kompanya y culminará esta misma semana con el estreno de La desaparició de Wendy a la inauguración de la nueva Sala Beckett de Poble Nou.
La elección de un texto de Benet i Jornet para iniciar la nueva etapa de este proyecto nacido en 1989 no es ni mucho menos ninguna coincidencia. Un emocionado Toni Casares, director artístico de la Beckett, lo explicaba en rueda de prensa: «Benet i Jornet es la figura clave para entender el muy buen momento que está viviendo en estos momentos la dramaturgia contemporánea catalana en cuanto la autoría textual». Según Casares, en unos momentos -las décadas de 1960 y 1970- en que la autoría teatral había perdido prestigio, Benet i Jornet no dejó nunca de reivindicar la figura del autor como persona que imagina historias y, con la complicidad de una compañía, las transforma en espectáculos. Más tarde, durante las décadas de 1980 y 1990, sin retirarse nunca, supo pasar el relevo y explicar a los jóvenes autores que era tan importante observar el teatro que se hacía fuera de nuestras fronteras como la tradición teatral catalana. Un relieve histórico e insólito en toda Europa.
Pero eso no es todo. Contaba también Casares sobre el nuevo proyecto que «la Beckett no debe ser sólo el espacio de los jóvenes, de los que empiezan a adentrarse en el territorio de la creación, sino también el espacio donde autores más consolidados están invitados a poner en duda su propia trayectoria, su propio discurso ». En este sentido, la elección de La desaparició de Wendy tampoco es casual. En sus memorias, tituladas Material d’enderroc y publicadas por Ediciones 62 del año 2010, Benet i Jornet explica que escribió este texto en un momento muy complicado, poco después de la desastrosa estreno de Berenàveu a les fosques, un fracaso de público y crítica, una obra que fue tachada de demasiado realista: «y así, desesperado, para demostrarme a mí mismo que era capaz de escribir de otras formas, no únicamente de acuerdo con ese tipo de dudoso realismo, convencido de que la nueva obra no estrenaría nunca, que no se publicaría nunca, voy hilvanar La desaparició de Wendy. Me explicaba, me confesaba, me describía y me maltrataba; me presentaba, literalmente, como un monstruo patético y sin salvación. Ni nunca antes ni nunca después no he escrito una pieza tan autobiográfica … de alguna manera. La vi pergeñar una bursada. Un texto abierto, alejado de recurso «convencional». Sabía que aquello no podía tener interés para nadie, pero me solté. Lo terminar en un mes. Lo empecé el 12 de abril y lo terminé el 11 de mayo. A principios de junio el revisé. Era 1973, sí».
El montaje estará dirigido por Oriol Broggi, creador también consolidado, que, después de muchos años de liderar un proyecto propio como La Perla 29, vuelve a la sala que lo vio nacer. «Yo me siento muy hijo de la Sala Beckett. Pienso que estoy donde estoy gracias en gran parte a la sala, aToni [Casares] ya todo el equipo». Broggi se mostró nervioso, emocionado y orgulloso por la responsabilidad de dar vida a un espectáculo tan especial en circunstancias tan especiales. «Para nosotros es un buen momento para que todo está en construcción y la obra también parece escrita en construcción». La desaparició de Wendy contrapone la figura de Peter Pan, el niño que no quiere crecer, con la de Cenicienta. Según el director, todos tenemos un poco de cada uno de estos personajes. «El texto mezcla temas y formas teatrales, y hace un invento divertido, alocado, que es, a la vez, un homenaje al teatro». En esta mezcla, Broggi y su reparto han decidido incluir también algunos referentes nuevos y actuales. «Nos ha parecido que el texto era bastante ancho y lo suficientemente bueno».
«Quiero fuerza La desaparició de Wendy», escribía Benet i Jornet a la advertencia que abre la segunda edición del texto, publicada en 1982 (la primera es de 1974) por Ediciones 62. «Creo que es uno de los textos que mejor excusa mi dedicación al teatro ». Entonces, a pesar de su publicación, la obra aún no había sido estrenada de manera profesional. Papitu tendría que esperar hasta el año 1985, pero a pesar de todo, nunca dejó de amar su Wendy.
Unos días antes de la presentación, la compañía hizo un pase sólo para el autor. «¿Dónde está Wendy? Es guapa? »Dicen que preguntó él sólo entrar en la sala. Y, a continuación, de la mano de Toni Casares, encantado, fue señalando escenas y repitiendo «Esto es verdad, eso es verdad, eso es verdad …».
Los recuerdos de Josep Maria Benet borran inexorablemente cada día que pasa, pero en palabras de Oriol Broggi «a veces, hacemos teatro para recuperar imágenes perdidas». Nos queda ese consuelo.
Texto: Gema Moraleda / Fotografías: Mercè Rubia
