Carme Portaceli dirige Krum en el Teatre Lliure, una obra del isrealiano Hanoch Levin que retrata los anhelos y fracasos de una sociedad cerrada a partir de la historia del Costra, interpretado por Pere Arquillué.
Krum es la obra que la ha dado a conocer Hanoch Levin, el autor más importante de Israel, dramaturgo, director y poeta. Aunque se estrenó durante el Festival Grec de este año, sólo se pudo ver durante un fin de semana, por lo que ahora vuelve al Teatre Lliure para traernos esta historia que transpira la fuerza implacable de la alienación. La obra parte de la vuelta a casa de Krum (costra en hebreo), un hombre que no ha hecho nada en la vida y que allí donde vuelve, en el barrio, en casa la madre, tampoco ha pasado nada desde que se marchó. Una obra que, reconocen los mismos actores, en un primer momento “puede parecer simple y absurda” pero “tiene un nivel poético y filosófico subterráneo fuerza importante”. Y es que en la obra no hay ningún conflicto concreto. “No es que los personajes tengan una problemática”, explica la directora, “sino que viven las circunstancias que les ha tocado y en un barrio del que no salen”.
Portaceli cree que la obra “habla de un mundo muy cerrado, de un barrio bajo y de una ciudad cualquiera” y, a su juicio, Levin debió pensar en algún barrio de Tel Aviv. “Escribió la obra pensando en gente de aquellos barrios, pero es extensible a cualquier ciudad del mundo”.
Junto a Pere Arquillué hay un reparto de lujo con Jordi Brunet, Lluïsa Castell, Jordi Collet, Gabriela Flores, Carme González, Oriol Guinart, Mónica López, Pepa López, Joan Negrié y Albert Pérez.
