L’Era de les Impuxibles, la compañía formada Míriam Escurriola y las hermanas Clara i Ariadna Peya, puerta Limbo en el Teatre Gaudí, un musical que nos cuenta el tráfico que hace Berta en el cambio de sexo para ser Albert. Un viaje lleno de dudas, sentimientos y contradicciones.
Si hace unos años (y aún ahora) el movimiento gay luchó para romper armarios, ahora toca reventarse sus cajones, concretamente dos, los que etiquetan y encasillan las personas en hombres y mujeres. Un binomio en el que nos divide la sociedad y donde mucha gente no se siente cómodo. El primer paso, sin embargo, es en nuestra cabeza. Clara Peya, pianista y compositora, explica que, a pesar de creerse una persona abierta, cuando después de siete u ocho años sin ver una amiga de infancia descubrió que ahora es un muchacho, le costó afrontar. Esta amiga, ahora amigo, es Miguel Missé, activista trans, sociólogo y escritor de varios libros y quien ha inspirado la obra, junto con Pol Galofré, a través de sus textos. Marc Rosich ha sido el encargado de darle la forma y dramaturgia para que no llegue como una obra de teatro social o documento ni tampoco «con ninguna moralina», sino como una historia universal, con unos sentimientos con los que se puede identificar «absolutamente todos».
Llevar la historia de una persona transexual hacia uno mismo, es lo que ha intentado hacer Mariona Castillo, quien se pondrá en la piel de Berta / Albert en este viaje. «Mi couch actoral, Anna Sabaté, me dijo: en este espectáculo tienes que hablar de ti», explica tras reconocer que ha sido un reto muy difícil. «Hemos hecho mucha investigación, hemos hablado con Miguel y Pol, pero he intentado llevarlo hacia el terreno de los sentimientos, porque todos podemos sentir en un momento u otro que no encajamos o que no estamos satisfaciendo las expectativas que hay depositadas en nosotros «. Para acompañar este viaje, la directora, Miriam Escurriola, ha optado por un espectáculo absolutamente multidisciplinar que mezcla danza, música en directo y una teatralidad muy textual, plástica y física, que incluso en algunos momentos tiene pinceladas de humor. Las coreografías, que interpretan las bailarinas Ariadna Peya y Tatiana Monells, intentan «bailar mucho con la emoción y jugar con los estereotipos de lo masculino y femenino». Al igual que la música, que juega con la ficción y en algunos momentos es estereotipada y paranoica, según explica Clara Peya, que ha optado -a diferencia de los espectáculos anteriores de la compañía- para incluir varias piezas instrumentales y efectos sonoros.
UNA OPCIÓN PARTICULAR
El autor de la dramaturgia, Marc Rosich, reconoce que la lucha trans y las vivencias de las personas que optan por cambiar de sexo es un gran desconocido y «te hace poner en duda a ti mismo». Además, el caso en que se han basado de Missé y Galofré, es bastante especial porque por sus convicciones ellos, además, han decidido hacer el cambio de sexo sin pasar por quirófano. Esto les ha llevado a reflexionar sobre estereotipos, estándares estéticos, porque «incluso ser transgénero está estandarizado» para una presión de la sociedad que quiere tener claro a qué casilla debe enmarcarse cada persona: hombre o mujer, de modo que la operación puede ser, en definitiva, «una manera de tranquilizar a la sociedad». Mariona Castillo reconoce que así es como se encontró cuando, preparando el espectáculo, asistieron a un cabaret trans «y veía mucha gente que no sabía donde ubicar, y mi cabeza tenía la necesidad de ponerlos en algún cajón«. Es por ello que este espectáculo, dice, le ha servido «para romper barreras mentales» y es lo que espera que suceda con el público.
Texto: Mercè Rubià / Fotos: L’era de les Impuxibles
