La primera versión teatral de El discurso del rey, de David Seidler, visita el Teatro Poliorama tras su éxito de crítica y público en Madrid.

Bajo la dirección de Magüi Mira, y con versión de Emilio Hernández, el montaje recrea la historia de una monarquía que descubre su fragilidad cuando más necesita la fortaleza, ganadora de 4 Oscars en la versión cinematográfica, de la que la compañía se quiere diferenciar.

MONARQUÍA CUESTIONADA

La obra está ambientada a finales de los años 30, cuando el rey británico Jorge VI lucha por vencer su tartamudez y pide ayuda al fonoaudiólogo australiano Lionel Longue, de peculiares métodos. El elenco está formado por Adrián Lastra (rey Jorge VI), Roberto Álvarez (el logopeda Lionel Logue), Ana Villa (reina Isabel), Gabriel Garbisu (rey Eduardo VIII), Lola Marceli (Wallis Simpson) y Ángel Savin (Winston Churchill ).

En el momento actual en el que se cuestiona la monarquía, la obra habla de cómo un rey se jugaba su posición en un discurso: Había de anunciar que el país entraría en guerra con Alemania, y del tono firme de su voz saliendo por los aparatos radiofónicos de los hogares británicos dependía su legitimidad. Del mismo modo, comentan, ahora las elecciones se juegan más a los medios de comunicación que en las urnas.

«SI QUIERES, PUEDES»

La del rey encarando su tartamudez es, por encima de todo, «una historia de superación humana que inspira a enfrentar los miedos», valor del actor protagonista, Adrián Lastra, que según se ha sincerado, no se creía capaz de dar vida al monarca cuando leyó el guión por primera vez: «Si quieres, puedes», sentencia.

SOBRAN LAS DECORACIONES

A diferencia de la película, en el escenario teatral las diferentes localizaciones las evocan los actores, sobre los que recae el peso de la función y que están en escena en todo momento. «Tanto en el escenario como en la vida, sobran las decoraciones. Hay que ir al teatro salvaje», reflexiona la directora y escenógrafa Magüi Mira. Por este motivo, Roberto Álvarez, que interpreta a Lionel Logue, el logopeda del rey, asegura que el hecho de haber visto la película no queda disfrute a la obra: «Como ocurre en un Hamlet, no se pierde nada por saber el final «.