La historia de Aurora Rodríguez Carballeira y su hija Hildegart es una de las más curiosas y macabras de la crónica negra de España. Y no por la cantidad de muertos o de truculencias, sino por la manipulación con que la madre quiso convertir a su hija en un ser perfecto. Estamos ante una historia en la que se mezclan la razón y la locura hasta fundirse en una sola y única salvajada… Una historia que ya vivió una adaptación en forma de novela (Aurora de sangre) y otra en forma de película (Mi hija Hildegart), y que ahora llega al teatro de la mano de una especialista en el periodo de la Segunda República, Carmen Domingo.
El montaje de Pep Molina prescinde de cualquier ornamento y se centra en el texto y en el trabajo actoral, brindándonos un rato de teatro-documento muy bien trabajado. A pesar de ser un equipo -tanto técnico como artístico- proveniente del teatro musical, podemos asegurar que aquí consigue un gran nivel en el terreno del drama más brutal y estremecedor. Hay que decir también que una gran parte del mérito es haber encontrado en Teresa Vallicrosa a la actriz ideal para interpretar un personaje complejo, atractivo y a la vez terrible. Resumiendo, una buena manera de acercarse a un tipo de teatro que no vemos a menudo, y menos todavía con esta calidad interpretativa que sorprenderá a más de uno.