Sin entrañas

Miguel Narros: Yerma

06/02/2014

Sin ningún tipo de duda, Yerma es una de las obras más angustiosas del teatro de Lorca. La historia de esta mujer que no puede tener hijos hará, a finales del 2014, justamente 80 años que se estrenó por primera vez. Protagonizada entonces por la mítica Margarida Xirgu, se trata de un viaje emocional desde la opresión a la locura que requiere una gran valentía interpretativa. El montaje dirigido por el desaparecido Miguel Narros (fue su penúltima obra antes de morir el año pasado) está visualmente a la altura de la grandiosidad de su texto. Desde la vertiente más clásica, resulta estéticamente muy satisfactoria con bellas imágenes de conjunto, escenográficas y efectos (la lluvia) que son el envoltorio perfecto para esta tragedia. Desgraciadamente, por muy sugerente que nos parezca su revestimiento, no se puede obviar que la responsabilidad más grande recae sobre la actriz protagonista, en este caso, una Silvia Marsó, que, de forma evidente, no está a la altura de las circunstancias. Hay que dejarse la piel, llamar las frases desde el interior de las entrañas, sufrir con pasión su drama. No sirve quedarse en un plan superficial y esteticista donde no se le rompe la voz cuando llora; porque si ella no se lo acaba de creer, el espectador tampoco. Por suerte, el resto del reparto, sin deslumbrar, hace su trabajo, algunos, incluso, casi sin diálogo (las cuñadas). Pero sin la empatía necesaria, el espectáculo se acaba haciendo, por su frialdad, demasiado largo. Ni siquiera la emotiva música del también tristemente desaparecido Enrique Morente consigue compensar su carencia de entrega. Una lástima.

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