Empieza a ser evidente que Agatha Christie está de moda en nuestros escenarios. Después de los éxitos de montajes como La ratonera o Testigo de cargo, se suma al reciente estreno de La visita inesperada esta nueva versión de la clásica novela Diez negritos. Se tiene que reconocer, de entrada, que el inconfundible estilo de la escritora inglesa es un género en sí mismo y, por lo tanto, hay que valorarlo con sus propias reglas. Las trampas, el exceso de información, los giros repentinos o los personajes estereotipados no son, en este contexto, elementos cuestionables sino piezas de un juego cerrado que, a pesar de sus trucos, logra funcionar muy bien. Y no quedará ninguno es un digno pasatiempo, dirigido por Ricard Reguant con practicidad, sentido del entretenimiento y un efectismo bastante alentador. Además, encontramos entre el reparto actores de la talla de Pep Munné o Toni Sevilla que defienden la propuesta con talento y gran solvencia. Quizás el espectáculo tiene muchos elementos que lo hacen parecer anticuado, empezando por la escenografía, sin embargo, entretiene, tiene un buen ritmo y un resultado global mucho más estimable que el de los tres montajes de Christie antes mencionados.
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