Los estragos de la incomunicación

Viure sota vidre

Viure sota vidre
03/11/2014

Después del amor romántico, la amistad es uno de los temas que más juego dan a la hora de hablar sobre las relaciones humanas; especialmente, si se trata de hombres y mujeres heterosexuales donde el afecto y el deseo caminan sobre una línea muy delgada.Viure sota vidre narra el reencuentro de tres viejos amigos de la época universitaria después de un gran tiempo de distanciamiento. Su unión, idealizada con el paso de los años, ha generado unas expectativas que, contrapuestas a conflictos del pasado sin resolver y ciertos deseos frustrados, provocará una triple colisión con miserables consecuencias emocionales. El montaje es sencillo y apela a la naturalidad de un texto frío y entrecortado que salta del diálogo al monólogo constantemente para mostrar que los personajes, por dentro, esconden mucho más de lo que dicen. El problema es que el vacío de las conversaciones que, supuestamente, quiere expresar la incapacidad de los protagonistas a la hora de comunicarse, acaba por invadir la propuesta entera, aburriendo al espectador con una densidad innecesaria. Quizás las pretensiones de la obra han ahogado el montaje cargando con la profundidad de un mensaje que le queda demasiado grande en una trama tan sencilla. Afortunadamente, el trabajo de los intérpretes, especialmente, el de las dos actrices (Míriam Escurriola y Mireia Pàmies), anima la función, así como los pequeños toques de humor que, probablemente, se deberían haber potenciado mucho más.

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