Ni buenos ni malos

Vidas prestadas

Vidas prestadas
09/11/2014

Como dice uno de los personajes de esta comedia dramática, una buena obra es aquella que te hace «decidir sobre algo, preguntarte si lo que estás viendo es verdad o mentira, posicionarte si estás a favor o en contra». Con esta sana ambigüedad como trasfondo de un texto muy bien escrito, Vidas prestadas parece querer explicarnos que la maldad es relativa, que un conflicto se puede ver desde muchos ángulos diferentes y que las víctimas pueden ser también culpables. Gabriel Cordoba ha hecho, en esta ocasión, un gran paso adelante como autor y director desde su anterior montaje, la divertida pero más ligera Esperanto-te, sofisticando su personal universo, la profundidad psicológica de los protagonistas y la estructura narrativa de la historia. Y es que en esta peculiar mezcla de drama, humor e intriga, nada es lo que parece. Quizás en cuanto a la dirección faltaría matizar detalles del comportamiento y la evolución de los personajes, así como algunos gags un poco fuera de tono. Sin embargo, Cordoba demuestra una gran valentía llevando a escena una propuesta difícil y provocativamente personal, donde no hay espacio para el amor romántico pero sí para la diversión, el misterio y la pasión por el teatro. Se trata, pues, de un producto genuino, lleno de referentes culturales, frases contundentes y parlamentos bellísimos que apasionan a los amantes de las artes escénicas, y un cierto aire de denuncia social que dará para dar pié a debate a la salida.

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