No debería haber dejado de tocar a Schubert

Viatge d'hivern

Viatge d’hivern
22/10/2022

El tiempo es el hilo conductor de “Viatge d’hivern (o quan Jelinek va deixar de tocar Schubert)” que Magda Puyo dirige acompañada de Marc  Villanueva en la dramaturgia y basada en la novela de Elfriede Jelinek. Rosa  Cadafalch inicia y finaliza la obra con un monólogo sobre el tiempo sin viajes ni nostalgias. Sencillamente es un relato poético sobre la inexorabilidad del paso del tiempo y todo aquello que lo rodea. La gran masa de espuma que simula hielo cuya idea debemos a Judit Colomer y que va desapareciendo a lo largo de la obra, representa también la lenta derrota del tiempo. El hilo conductor es también la música de Clara Peya que nos lleva por distintos senderos según el texto. En los momentos de máxima crueldad como el monólogo de Pepo Blasco hundiéndose por los caminos de la decadencia, la pérdida y la locura, Peya lo acompaña con una música de una extrema ternura. Lo mismo ocurre con el relato de Encarni Sánchez en el que se destapan los instintos más perversos del ser humano la intolerancia, el desprecio por el que es distinto, por el que viene de lejos, por el considerado inferior y de manera acertada comparado con un subterráneo. En este momento de tanta indiferencia y crueldad, un acordeón acompaña un himno épico-nacionalista que estremece por el parecido con momentos pasados y porqué paradójicamente, contagia entusiasmo.  Al final Peya nos lleva a una adaptación de un lied de Schubert enlazando con el título de la pieza que fue inspirada en el ciclo de canciones Winterrreise de este compositor.

Magda Puyo ha encontrado el punto, el ritmo y el movimiento aprovechando al máximo las capacidades de los intérpretes Pepo Blasco, Rosa Cadafalch y Laia Alberch y la habilidad y pericia de Encarni Sanchez, bailarina que nos ha sorprendido gratamente cantando y con buenas dotes de interpretación.

El texto es duro, la obra difícil y está situada en un escenario inhóspito lleno de frío pero con la originalidad justa que permite realizar coreografías y momentos de gran comicidad para poder soportar la acidez y la crudeza de los pensamientos y las palabras de Elfriede Jelinek.

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