Malucos Danza, una compañía madrileña que produce espectáculos desde 1999, presenta este espectáculo en el que se fusiona danza contemporánea y flamenco, pero con algunos pasos de tango y un poco de clásico. Una propuesta intimista, de pequeño formato, en la que dos personajes -supuestamente vecinos- coinciden y se interrelacionan hasta llegar a la conclusión de que el futuro quizás será más esperanzador si lo afrontan juntos y no por separado. Una historia sencilla, explicada con cuatro recursos teatrales -las cajas con globos, unas copas, las lucecitas de colores- y con unas proyecciones que no acaban de funcionar, al menos de la forma como se han presentado en Barcelona. La interpretación de Mariana Collado y Carlos Chamorro es precisa, eficiente, pero quizás carece de aquel punto de emoción que haría falta en un proyecto de este tipo. Lo que no se puede negar es que la escena final, con las notas de un tango tan potente cómo es Naranjo en flor, todo coge otro aire. Los dos bailarines sentados, mirando una vieja filmación, y escuchando palabras proféticas que podrían haber dado al montaje mucha más altura: «Primero hay que saber sufrir, después amar, después partir y al fin andar sin pensamiento».
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