Humanidad bajo la suciedad

Vaselina

Vaselina
23/09/2019

Una madre ludópata, un hijo resentido contra todo y todos, el padre que los abandonó vuelve como transexual y miembro de una secta. ¿Cómo se supera a esta familia disfuncional? Añadiéndole un amigo defensor de causas hasta el ridículo, una chica «gordita», inocente (demasiado, quizá el personaje menos verosímil), marginada por la sociedad de la perfección. Como los Coleman pasados ​​por el tamiz de South Park o Els Joves.

Un texto atrevido, provocador y arriesgado de un autor italiano aquí desconocido, Gabriel di Luca. Arriesgado y provocador porque es grosero y hace saltar por los aires la dictadura de lo políticamente correcto, así que «ofendiditos, abstenerse«. Son personajes exagerados, caricaturas, animales, casi, más que personas que gritan insultos y groserías a desconocidos, familiares y amigos. Y reímos, supongo, porque entendemos que es lo que hay que decir en según qué situaciones. No es fácil que todo sea limpio y pulido y correcto cuando sólo recibes trompadas y eres un marginado.

Pues bien, estos animales cargan capas. Capas de fracasos, de desencantos, de supervivencia, de que nadie se preocupe por ellos, de haber recibido sólo palos… Si en Els tres aniversaris, obra también producida por la Sala Trono (hay teatro más allá de Barcelona), los hermanos, desesperadamente necesidades a nivel emocional se recluían en casa como escapismo, aquí son plenamente conscientes de que son unos fracasados. Fracasados ​​sociales, abocados al individualismo para sobrevivir, adictos, pobres, delincuentes patéticos, buscando de quién pueden aprovecharse, traicionándose los unos a los otros en situaciones rocambolescas y delirantes. Y así la historia de esta jauría, con mucho humor nada sutil, nos muestra progresivamente su humanidad y percibimos que bajo aquella individualidad extrema, hay fragilidad y necesidad.

Interpretaciones muy solventes, con un Joan Negrié fantástico (y no sólo por el monólogo final, con un personaje de los que parecen duros y no lo son tanto. El propio Negrié ha elegido y traducido el texto que ha dirigido Sergi Belbel, quien ha conseguido un ritmo a ratos frenético.

Lo menos mejor: hay unos 10 minutos que alargan la obra innecesariamente justo antes del final.

En resumen: con humor nada sutil, unos perdedores ridículos y patéticos nos enseñan qué difícil es eliminar del todo la humanidad e ilusión por ser felices.

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