Los personajes de esta obra son tres vacas que han huido del matadero, y lo cierto es que desde Revolución en la granja no habíamos visto tres animales que razonaran tan bien sobre su condición y sobre la libertad en general. Desde el primer momento empatitzamos con las vacas y extrapolamos muy fácilmente todo su discurso de las revoluciones, las injusticias y los falsos buenos sentimientos. Por desgracia, vivimos en un momento de revolución sorda, pacífica y en muchas ocasiones inútil. Pero tal como dicen los personajes, poco antes de volver en camiones hacia el inevitable matadero, «ha valido la pena intentarlo».
A pesar de resultar a ratos un poco ingenua, Vaques sagrades se ve con interés y acaba provocando un pequeño nudo al estómago. Supongo que tiene ver el buen trabajo de dirección, y el buenísimo trabajo interpretativo que llevan a cabo Magda Puig, Lavinia Vila y Juan Pablo Miranda. Una propuesta aparentemente simple, pero efectiva tanto por el mensaje como por puesta en escena. Si queréis pasar una horita de teatro «revolucionario», pero igualmente distraído, no dudéis en visitar estas vacas sagradas que pacen actualmente en la Almeria Teatre.