La entrada en el teatro es espectacular. Vemos un obrador de panadero con todos sus detalles: unas mesas de madera para amasar la pasta, hornos eléctricos, fuentes, delantales, harina y todos los ingredientes necesarios para elaborar el pan. La escenografía de Jose Novoa consigue que nos llegue el olor de pan recién horneado.
Bajo el título de curso avanzado para hacer pan, un panadero de prestigio aplica terapias pseudo-psicoanalíticas para solucionar los problemas emocionales y relacionales de sus alumnos. Para ello los ayuda a crear un sentido de pertenencia al pan, al obrador y consigue que surja una complicidad entre ellos como elemento integrador de la terapia. La masa es moldeable y al amasarla, los alumnos pueden proyectar en ella todas sus rabias o les puede inspirar la más profunda de las ternuras. Es una parodia bien estructurada que atrapa desde el primer momento porque tiene una trama misteriosa que se va desenredando poco a poco.
El presunto terapeuta es el genial Abel Folk que para este papel se le pide una actitud excesivamente autoritaria y chillona. En clave de humor todos van entrando en el juego organizado. Àngels Gonyalons se reafirma como la gran actriz que es y nos dedica uno de los pocos momentos musicales de la obra. Roger Coma no defrauda nunca. Está espléndido en el papel de chico desorientado que ha probado todas las terapias orientales como fórmulas para encontrar su bienestar. Andrea Ros tiene un papel clave en los acontecimientos y lo hace con el rigor de una buena actriz.
Es una obra escrita y dirigida por Cristina Clemente y Marc Angelet. Lo entiendo como una crítica ácida a la excesiva utilización actual de todo tipo de tratamientos alternativos y ayudas para combatir la ansiedad.
No soy amante de las comedias pero reconozco que ésta es muy agradecida. Consiguió hacerme reir a pesar de que las bromas son fáciles y un poco demasiado explícitas. La risa del público estuvo presente durante toda la obra.