Hacer un espectáculo basado en un ensayo literario siempre es un reto. Lo que ocurre es que si las palabras escritas provienen de una de las mejores autoras del siglo XX, Virginia Woolf, el artefacto escénico puede empezar a ponerse en marcha… Woolf tenía fuerza hace casi noventa años (el ensayo se publicó el 1929, basado en unas conferencias realizadas el año anterior sobre mujer y literatura) y la sigue teniendo en la actualidad, puesto que el mensaje feminista primigenio todavía está presente en el fondo de muchas cuestiones. No negaré que hay que acercarse al espectáculo con atención y sabiendo a que nos exponemos, puesto que a ratos puede hacerse pesado o demasiado denso. Es cierto que las anécdotas puntean la tesis -no siempre con orden ni una coherencia interna- pero se pierden… o nos hacen perder a momentos el objetivo principal.
María Ruiz ha conseguido crear un espectáculo que funciona y que convence, especialmente por la fuerza y los detalles de la interpretación de Clara Sanchis. Y es que estamos ante una actriz todoterreno, de aquellas que con cada gesto y con cada palabra pueden arrastrarte hacia donde más les conviene. Sanchis -hija de José Sanchis Sinisterra y Magüi Mira- lleva trabajando como actriz y como pianista desde hace más de 35 años. Ha estado vinculada, en dos etapas diferentes, a la Compañía Nacional de Teatro Clásico y ha trabajado a las órdenes de Mario Gas, Fernando Trueba, Pilar Miró, José Luis García Sánchez, Hermán Bonín, Gerardo Vera, Magüi Mira y Juan Mayorga, entre otros muchos. En Una habitación propia consigue un hito realmente meritorio, puesto que un monólogo de ochenta minutos y de gran complejidad como es este no está al alcance de cualquiera. De momento, ha agotado todas las entradas… a pesar de que esto ha sido una constante desde que el espectáculo se estrenó, ahora ya hace más de cuatro años.