David Mamet escribió Speed the plow en 1988, justo cuando venía de escribir los guiones de películas tan importantes como El cartero siempre llama dos veces, Veredicto final o Los intocables de Elliot Ness. Es importante tener en cuenta este dato, puesto que nos sitúa al autor teatral en medio del vértigo que provoca Hollywood… y es precisamente de la industria del cine de lo que habla esta pieza. Una obra que hace una crítica feroz al capitalismo pero que también edifica un pequeño poema a todos los soñadores y a todos aquellos que en una década tan competitiva como la de los ochenta aspiraban a construir un mundo mejor. Desgraciadamente, murieron en el intento…
Además de este retrato tan terrible, Una altra pel·lícula también quiere rendir homenaje a la década de los ochenta. Lo hace con el vestuario, con la música, con el magnífico prólogo del principio y con la exquisita dirección de Julio Manrique, que utiliza el espacio escenográfico y los audiovisuales con un gusto que acaba emocionando. En este sentido, el vídeo doméstico del niño que hace películas es una de las elipsis más bonitas que he visto en teatro… en mucho tiempo.
De los actores sólo hay que decir que están todo lo bien que se puede esperar de ellos. Han trabajado muchas veces juntos y se conocen a la perfección encima del escenario, cosa que nos viene a demostrar que la idea de «compañía teatral» -actualmente poco defendida- acaba adquiriendo mucho sentido. Juntos construyen unos diálogos de cierta densidad que a veces se enquistan y dan mil vueltas sobre sí mismos, pero esta era una de las marcas de la casa que Mamet utilizaba en aquella época… En definitiva, creo que hay que correr al teatro antes de que la programación nos aparte del camino esta pequeña joya. La disfrutaréis, y os ayudará a revivir una época que muchos añoramos y odiamos a partes iguales.