No es fácil explicar a alguien más aquello que una persona le pasa por la cabeza. Especialmente difícil lo es cuando este sentimiento o preocupación que siente la persona está fuera de aquello que se espera de ella. Cuando ni siquiera se puede salir del papel alcanzado para mostrar realmente como se siente alguien, es cuando el pesar se acumula y llega a un límite que puede hacer explotarlo todo.
En Un menú tancat, Jordi Casanovas pone el foco en el encuentro de tres amigos en el restaurante de uno de ellos para cenar y ponerse al día. Antes de que llegue el último, el cocinero y el otro amigo empiezan a hablar sobre teatro y lo que les ha pasado últimamente. Y es el primero el que plantea una reflexión sobre su amistad. Con la aparición del tercero se continúa explorando la idea puesta sobre la mesa del cocinero: ¿han estado a la altura emocionalmente cuando ha hecho falta? La respuesta es clara: no.
Partiendo de esta base, Casanovas, como nos tiene acostumbrados, plantea un tema más profundo de lo que puede parecer por el tono cómico e irónico del texto. Unos diálogos rápidos y atropellados a veces, exponen estereotipos e ideas preconcebidas del comportamiento masculino. Unas actitudes reprochables i arcaicas que se han ido perpetuando. Y quizás, en este camino por exponer una realidad criticable, los estereotipos y arquetipos se imponen demasiado en este relato. La espectadora entiende el punto de vista y la voluntad, pero esta sobreexposición llega a un límite difuso entre la muestra y la perpetuidad. Y es en este momento cuando se desconecta de los personajes y sus objetivos. La premisa tiene una dirección muy interesante, pero se pierde en unos personajes faltos de algunas capas más.
Los intérpretes desarrollan su tarea perfectamente, dando vida a unos hombres con la crisis de la mediana edad y preocupados, en el fondo, por no estar siendo aquello que quiere el resto de la sociedad. Pero es verdad que en algunos momentos la representación llega a una sobreexcitación de los personajes que no acaba de encajar con lo que se espera.
Una comedia divertida con muchas posibilidades que no consigue elevar el vuelto del todo y se queda a medio camino de la reflexión que se intuye que se buscaba.