La nueva obra de Ivan Andrade, autor también de La millor obra que mai veureu als escenaris catalans y sobre todo Partícules paral·leles (ganadora de la Mostra de Teatre de Barcelona del 2020), nos lleva hacia una reflexión del mundo actual. Una reflexión que va desde el núcleo más pequeño –la familia- hasta la inmensidad del universo y los viajes intergalácticos. Y por medio, una crisis global, una extraña pandemia, una deshumanización total… Al igual que en otras obras del autor y director, las preocupaciones por el presente y el futuro más inmediato llenan todos los agujeros de historias cotidianas y aparentemente sencillas… a pesar de que educar a un hijo no sea precisamente una tarea fácil.
La obra tiene dos partes diferenciadas, de las que mejor decir poco y no revelar ningún secreto. En la segunda se nos plantea incluso un género inesperado, a pesar de que el cierre acaba enlazando con el principio y concluyendo una historia que deja un regusto amargo. Si estáis avezados con términos astronómicos quizás disfrutaréis y entenderéis conceptos que a más de uno le pueden quedar un poco confusos… Pero, sea como sea, el montaje acaba siendo un fresco ambicioso y pretendidamente filosófico sobre las relaciones entre padres e hijos, en relación con el mundo que los rodea.
Una parte muy importante del espectáculo es su acabado escénico, con una escenografía y un trabajo lumínico y de proyección realmente meritorios. Lo mismo se puede decir de la música del compositor y pianista Marco Mesquida, que genera un ambiente mágico y misterioso. Un acabado perfecto para una obra que quizás se alarga en exceso y que da demasiadas vueltas sobre algunos conceptos, pero que puede haceros pensar y reflexionar durante un buen rato.