¿Una construcción -una obra arquitectónica- es un ser inerte o tiene alma? ¿Es la arquitectura técnica o arte? ¿Cuáles son los principios que en regirían la parte artística?¿Debe tener en cuenta el creador el público a la hora de pensar su obra? ¿Trabajar para el hombre como individuo o para el hombre como especie? ¿Debe verse, pues, el creador, condicionado por las expectativas y patrones estéticos preexistentes o, como obra de arte, debe trascender y dirigirlos hacia un pensamiento visionario?¿Es entonces cuando la arquitectura deja de ser un ejercicio funcional para transformarse en un acto artístico?
La novela de Ayn Rand puesta en escena por Ivo van Hove en el Teatro Lliure dentro del marco del Festival Grec plantea estas y otras muchas cuestiones, trasladando la metáfora arquitectónica también al terreno humano donde los personajes encarnan las cualidades que se le atribuyen a los edificios- o a los edificios aquellas cualidades humanas que les permiten ser pensados o tratados como obras sublimes.
Es curioso, pero, como una propuesta que plantea, en última instancia, si el arte debe ser un acto intelectual o espiritual acaba erigiéndose de manera fría, sistémica y aséptica. Los personajes que deambulan por el escenario acaban siendo tan metálicos -de hormigón o de vidrio- como los edificios que los rodean. Los diálogos parecen construidos para sostener un discurso intelectual interesante y sugestivo, pero vacío en cuanto a resonancia humana.
El dispositivo escénico es majestuoso, las escenas bellamente acompañadas de modernos recursos musicales (sin los cuales la obra, quizás, rayaría el tedio), audiovisuales en tiempo real … pero nada emociona. Las cuatro horas de función (!) Finalizan sin que el espectador haya sido absorbido por la ficción escénica, sin que se haya involucrado irremediablemente en los conflictos de sus personajes. La historia termina siendo arquitectónica, técnica, prosaica. Con muchas ideas y preguntas que desafían el intelecto … sin que esta conmoción pase cuesta abajo, pero; sin llegar a los tendones, músculos y líquidos que forman los cimientos del alma humana.