Es la “Terra Baixa” (1896) más espectacular que nunca había visto. Con escenografía de Paco Azorín, el TNC despliega todos los medios técnicos que dejan al público boquiabierto y clavado en la butaca durante las dos horas largas que dura la función. Los movimientos de las luces nos conducen al Mas Bordís, a la ermita, al molino, a las montañas y a la Tierra Baja que se ve desde las montañas. Es una adaptación de Pablo Ley que hace un parangón con los momentos convulsos que se vivían entonces en Barcelona. El movimiento anarquista había emergido con fuerza y tres años antes de la publicación de la obra de Guimerà se produjo el atentado del Liceu (1893). La bomba que explotó durante la procesión de Corpus (1896) coincide con el año de la presentación de Terra Baixa. La Semana Trágica fue posterior (1909) y la guerra civil y los refugiados en los campos de Argelès ya quedan un poco lejos para hacer una similitud con la obra de Guimerà. Manelic no entiende de luchas de clases ni revoluciones sociales. A él le han quitado lo que es suyo, lo que más quiere. Su primitivismo y aislamiento social lo hace reaccionar como ha hecho siempre, defiende a la oveja y mata al lobo. Es una magnífica descripción de Guimerà de la Catalunya rural del siglo XIX en el que el amo es el amo y se le debe obediencia. Todos le deben algo, la casa, el trabajo y la seguridad. Todo ello les impide reaccionar, los atenaza y de una manera más o menos consciente participan con la tolerancia y la burla de un crimen que los marcará, seguramente para siempre. Guimerà nos deja con “he matado al lobo” y no describe qué les ocurre a los dos protagonistas ni a los personajes observadores. El drama es tan potente en sí mismo que no hace falta añadir finales innecesarios.
Lo mejor de la obra es el montaje de Carme Portaceli y la buena elección del elenco. Comienza por el final de la historia y va narrando poco a poco los motivos que han llevado a todos a aquella situación. Mediante una investigación policial cada uno de los personajes explica cómo vivió los momentos anteriores y posteriores a la escena principal. Anna Ycobalzeta está espléndida como Marta atrapada y consciente de su drama personal; Borja Espinosa encarna la inocencia y la inteligencia de manera tierna y natural; imponente y sin escrúpulos es Sebastià, el amo, magníficamente representado por Eduard Farelo; Pepo Blasco es Tomas, el hombre de confianza que intenta que el amo vea la realidad de otra manera. La música original para la obra y el espacio sonoro es de Jordi Collet y Kathy Sey canta su música impactando al público con su voz emotiva y turbadora.
No podía faltar un clásico catalán en la programación del TNC. Gracias Carme Portaceli.