Tres amigas del instituto que hace casi 30 años que no se ven. Un “arquitecto emocional” y su ayudante que intentan comprender una muerte súbita. Cinco personas que se encuentran en un pequeño pueblo, perdido en la montaña, en invierno, para compartir, entre otras cosas, el dolor que produce la pérdida y el caso emocional.
De esta manera se podría resumir de una manera muy simple el complejo texto de Denise Despeyroux, que, además, dirige a T de teatre en esta aventura. La complejidad de la obra proviene del entramado emocional del mismo ser humano que no consigue encontrar un camino fácil por dónde tirar cuando la vida se le complica de una manera inexplicable. Cuando pierdes a una persona querida, cuando no sabes hacia dónde vas, ni qué camino seguir o cuando no sabes cómo reaccionar ante una situación que no podrías prever. Estas son algunas de las situaciones que viven los personajes de esta historia.
Con un tono cómico y divertido claro durante toda la obra, nos presentan situaciones que estarían catalogadas de “dramedia”, ya que, dentro de la desgracia del suceso, conseguir arrancar risas del público de una manera continuada durante toda la obra. El texto, siguiendo un ritmo ágil y seductor, consigue atrapar al espectador que, aunque no sabe cuál es el destino de la aventura, la sigue de bien cerca con un interés real.
La puesta en escena es mínima, justa y necesaria, sin tirar de parafernalia o elementos que no tendrán ninguna utilidad en la trama y eso es de agradecer, porqué da un aire de austeridad muy adecuado para el desarrollo de la obra.
Los diferentes personajes que se nos presentan –de los cuales mejor no decir nada para que sorprendan durante la representación- van encajando de manera natural a lo largo de la obra. Se debe hacer una mención especial para Àgata Roca, que llena de realidad a su personaje y transmite al espectador una verosimilitud increíble, que no deja ver la diferencia entre el personaje y la intérprete.
Una obra cómica y alegre, con un trasfondo de tragedia y dolor que da el golpe final al espectador en los últimos minutos de la producción. Un golpe de realidad tan necesario como inesperado. Y es que al final, todos, tenemos que volver a casa.