El año 2012, el adolescente italiano de 15 años Andrea S. se suicidó con su pañuelo rosa después de que se abriera en Facebook una página donde se lo acosaba e insultaba. Still Life está dedicada a él y a otros muchos jóvenes que han perdido la vida por el bullying homófobo. El espectáculo se abre con el nombre de todos ellos, y en el escenario un buen puñado de velas nos recuerda que estamos ante un homenaje o una especie de oratorio para todas las víctimas.
Ricci/Forte no abandonan del todo su estilo provocador, pero se muestran más serios y más emotivos que en otros espectáculos. Los monólogos son más genéricos y abstractos, el humor desaparece casi por completo y las performances se vuelven más líricas, y menos salvajes. En todo momento hay la conciencia de pasar cuentas, de criticar la pasividad del gobierno italiano ante un tema que llegó a escapársele de las manos… Quizás el discurso es demasiado obvio y la rabia no permite muchas sutilidades. Pero aún así, el momento de las almohadas que revientan o el del adolescente pisado y maltratado son bastante potentes como para adivinar quién hay al detrás del espectáculo. Unos momentos, en definitiva, que llevan el inconfundible sello de la compañía.