Después de La terra oblidada y La Pols, la Compayia Arcàdia vuelve a los escenarios de Barcelona (esta vez al Espai Lliure) con una historia coral sobre la insatisfacción, la necesidad de ser alguien, de tener fama, de ser amado. Llàtzer Garcia deja de lado en esta ocasión el tema de la familia y nos presenta un grupo de personajes atrapados en sus miedos e inseguridades, esclavos de la mirada ajena y de los elogios vacíos, que solo viven en el reflejo de un espejo deformado.
Con un ritmo reposado, una puesta en escena elegante y unas interpretaciones casi naturalistas, Sota la ciutat hace una reflexión interesante sobre un momento concreto (el que vivimos) y una generación (la mía) que siente la necesidad de hacer alguna cosa especial, impactante, que la gente recuerde. Una obra impecable, emocionante, imprescindible.