Muchos elementos son los que hacen de Sueño de una noche de verano una de las obras más especiales de William Shakespeare: la magia, su lectura psicológica, los divertidos líos amorosos o su simbolismo sexual, entre otros. En este caso, Pirates Teatre ha optado por potenciar la parte más festiva de la historia consiguiendo un fantástico entretenimiento acompañado, como se ha hecho otras veces, con música en directo. El resultado es una fresquísima propuesta, ingeniosa, simpática y con un ritmo envidiable que nos recuerda aquello de que Shakespeare, cuando se hace bien, resulta muy comercial. Además, el espectáculo contiene algunos cambios de sexo de algunos personajes muy interesantes que consiguen modernizar la pieza y hacerla más plural y diversa. Quizás su único problema es que, debido a su afán por resultar atractiva, algunos pasajes del texto más emotivos o reflexivos pierden un poco de profundidad y no acaban de llegar al espectador. En cualquier caso, el montaje es todo un festival de energía y gracia donde las partes dedicadas al grupo de actores (probablemente, las más adaptadas) logran momentos magníficos que, además, son los que reúnen las carcajadas más grandes.
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