Sócrates es el relato de los últimos días de vida del filósofo griego, con las razones y las sinrazones por las que se le condenó y, todavía más impresionante, aceptó su condena. Pero si bien, de entrada, puede ser difícil de comprender que un hombre satisfecho acepte morir por una condena que no está, en un inicio, basada en razones justas -y más bien lo está en ofensas y gelosies- el texto aplica en el público el método mayéutico a través de las preguntas que hace el protagonista a los que lo rodean ya él mismo. La aparición de su esposa aporta el toque más humorístico, aliviando por unos momentos la carga de texto y dando una visión contrapuesta, recordándonos también que todo tiene dos caras e infinitas interpretaciones.
El hombre «más sabio del mundo» -como la llaman- sólo sabía que no sabía nada, así que hacía preguntas. Y la historia de estos últimos días nos invita a que nos las hacemos nosotros mismos, a que escapamos un poco de nuestro día a día hiperestimulat, dejando de lado el móvil y otras conexiones (como bien recuerda Josep Maria Pou al inicio , bromeando) por unos momentos, y mirando dentro de nosotros. Haciéndonos preguntas, reflexionando sobre la justicia y la honestidad, y recordándonos, también, que si bien tenemos Atenas como en la cuna de la democracia, era una democracia muy diferente a la nuestra, reservada a un círculo de privilegiados y recelosa del las opiniones contrarias.
Con Sócrates, Pou y Mario Gas, es una obra de gigantes, y el resultado está a la altura, invitándonos a reflexionar ya comprender que, probablemente, la Verdad (con mayúscula) va acompañada de un signo de interrogación. Eso sí, id bien despiertos, bien hidratados y con ganas de hacer trabajar la materia gris.