Tal como se dice en algún momento de la obra, todo el mundo quiere un trabajo pero a nadie le gusta hacerlo. De todos modos, hay trabajos y trabajos… y en este espectáculo se habla de los más inútiles, absurdos e improductivos, con la intención de acabar demostrando que el mercado laboral está formado, en un porcentaje más alto de lo que podría parecer, por ocupaciones prescindibles. En definitiva, una buena manera de observar como el sistema malgasta esfuerzos, dinero, conocimientos y habilidades, seguramente con la oscura intención de que el mismo sistema siga funcionando y alimentándose de sus propias absurdidades. La compañía La Calórica sintetiza muy bien el tema a través de cuatro episodios y algunos pequeños monólogos introductorios. Quizás se echan de menos situaciones, incluso más absurdas que las mostradas, pero no se puede negar que el montaje cumple sobradamente con la función de divertir. Momentos como el de la clase de natación o el de la instrucción de los Santa Claus son realmente impagables, y es justo reconocer que en esto tienen mucho que ver la dramaturgia de Joan Yago y la dirección de Israel Solà, que consiguen dar agilidad y ritmo a todo el conjunto. Totalmente recomendable para todos los que alguna vez se han encontrado en situaciones similares, pero también para todos los que aprecian un teatro hecho con imaginación, autocrítica e inteligencia teatral.
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