Desde un buen comienzo nos anuncian que estamos ante una historia real, pero la verdad sobre Tomás Giner quizás es lo que menos nos importa. Interesa, sobre todo, la verdad que hay detrás de los otros personajes, de los testigos que van desgranando su vida y sus tribulaciones en la Barcelona de antes y de después de los Juegos Olímpicos. Estos personajes, con la vida marcada en el rostro, nos regalan su historia a pequeños sorbos, a veces detrás de una ficción y a veces con una frase contundente, dicha como quien no quiere la cosa. Su testimonio es un ejemplo muy claro de vidas difíciles, muchas de las cuales se han visto abocadas a la calle y han transcurrido en bancos del parque de la Ciutadella o de cualquier otro espacio público. Un testigo punzante que se enmarca dentro del género del teatro documental y que viene avalado por la Mostra de Teatre Inclusiu que el Teatre Lliure ha querido incluir este año dentro de su programación
Testimonios a parte, lo más interesante de esta propuesta es la seriedad y el rigor de Juan Carlos Martel, que junto con el texto de Joan Yago ha creado un espectáculo que va más allá del propósito original. Gracias a un personaje, inventado o no, y a las vivencias de personas reales se acaba haciendo un repaso a la Barcelona de las últimas décadas. Ante nuestros ojos desfila el desmadre de los setenta y ochenta, la fiebre olímpica y la polémica remodelación urbanística de la época. No faltan frases ni números que invitan a reflexionar. Se habla de las nuevas viviendas y de las viejas que se derrocaron, de la prosperidad y el lujo de una ciudad universal y de unos ciudadanos invisibles… que duermen en la calle. Finalmente, el exquisito trabajo videográfico de Joan Rodon y la conducción ejemplar del actor Marc Rodríguez son los complementos perfectos para los verdaderos protagonistas: Jesús Marcos, Enric Molina, Valerio N’Dongo, Martí Ruíz Carreras y Mark ÜdoBraendle.