Para presentar en directo su último disco, Farsa (Género imposible), Sílvia Pérez Cruz se ha inventado un espectáculo híbrido en el que mezcla teatro, música, audiovisual, danza, etc. Y para que todo esto tenga cabida se ha hecho construir un pequeño escenario dentro del escenario del teatro: una pequeña casita, o roulotte, o estudio de grabación… Un recinto cerrado que se abre cuando hace falta y que traslada el mundo de la artista hacia todos nosotros.
Una vez ubicados en este reducto que lo contiene todo, empezaremos a escuchar –una detrás de la otra y hasta más de dos horas de concierto- las canciones de Pérez Cruz. Escucharemos canciones propias –la mayoría- pero también de prestadas, y sobre todo escucharemos aquellos temas que quedaron escondidos en la banda sonora de una película o de un espectáculo de danza, o en una obra teatral, o en cualquier otro medio para los que ha trabajado la artista. Y todo esto nos lo ofrece ella sola, con música pregrabada o interpretada en directo por ella misma. Un espectáculo que la deja sola en el escenario, pero que ha contado con la colaboración de gente tan importante como Pablo Messiez, Elena Córdoba, Max Glaenzel, Sílvia Delagneau, Carlos Marquerie, Juan Casanovas o Cecilia Molano.
El resultado es un espectáculo fascinante, bellísimo. Un espectáculo que va cada vez a más –más dificultad y también más extravagancia- y que llega a crear una especie de catarsis con todo aquellos seguidores más fervientes. Yo solo podría objetar que quizás se alarga en exceso y que en algunos momentos resulta un poco críptico. Pero es un espectáculo para dejarse llevar, y en este caso solo hay que decir que vayáis predispuestos y que no os resistáis a la propuesta. La voz extraordinaria de Sílvia Pérez Cruz hará el resto.