Cosas de sapiens

Sàpiens

Sàpiens
14/10/2019

La idea del control mental, de la capacidad para dirigir el pensamiento de las personas, de guiarlo en beneficio propio toma forma de forma explícita en un espectáculo que, pese a plantear constantemente la moralidad del dominio a partir de la manipulación, adopta un ritmo fresco y trepidante que atrapa. El gozo del teatro.

El buen juego de Enric Cambray y Marta Bayarri, en el papel del consejero Valentín Muntaner y de una enigmática Marga Coll, respectivamente, bajo la dirección de Sergi Belbel, y la negra comicidad del texto de Roc Esquius son un cóctel casi perfecto para el espectador. El espacio, con la proximidad y el calor que aporta, ayuda a redondear la experiencia. Tal vez, se podría hablar de dos montajes en uno. El planteamiento y el desenlace están trabados de una forma magistral, con sensibilidad, con la dosis de misterio, de giros de guión y de goteo constante de pequeñas sorpresas que garantizan la conexión de la audiencia con una trama llena de gracia y misterio a partes iguales. El nudo, en cambio, a pesar de convertirse en una auténtica exhibición de talento por parte de un actor que se multiplica en mil personalidades a la vez y que las sabe mantener sin estridencias, te sitúa en otro plano y te distrae un poco del dilema primigenio que invitaría a tomar una cerveza o un café para seguir hablando. Pero acaba por no afectar. El público vuelve a la esencia en cuanto el atolondrado consejero toma de nuevo el lugar en su despacho. Y la posibilidad de encontrar los paralelismos con nuestra sociedad, con la situación política global y con la amarga sensación de que la gracia del éxito se encuentra en la capacidad de vencer, que no de convencer, se mantiene. Y, realmente sí, resulta agradable una cerveza o un café para seguir hablando. Esto, que no falte. Cosas de sapiens, quizá.

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