Poco a poco, el actor y director Roc Esquius está demostrando que, como dramaturgo, tiene muchas cosas a aportar al panorama actual. Su afición por la ciencia-ficción, una visión crítica del mundo que nos rodea y una personalidad narrativa muy definida, lo están llevando a dejar huella en un contexto en el que, cada vez más, tener voz propia resulta más valioso y necesario. Después de iMe, Mars Joan y Claqué o no, Esquius propone otra distopía de ritmo electrizante, donde mezcla el thriller con la comedia, más algún punto de melodrama. Con reminiscencias a mecanismos habituales del teatro de Jordi Galceran, en esta ocasión, la propuesta hace un gran paso adelante en términos de complejidad, capas interpretativas y contenido alegórico respecto a las anteriores. Además, el hecho de que Sergi Belbel sea el encargado de dirigir de forma audaz esta modesta producción, eleva el juego dialéctico a un nivel desbordante. Especialista en ritmo y matices, Belbel saca el máximo provecho de dos intérpretes en estado de gracia (Mireia Portas y Enric Cambrany) y de una enrevesada trama de falsas identidades, manipulación y sentimientos contrapuestos. El único problema que se le puede reprochar, en realidad, es que el conjunto de la obra no logre la perfección formal de su primer acto impecablemente construido de principio a fin. A pesar de esto, Sàpiens es, en resumen, fresca, magnética, trepidante, compleja y también un fantástico entretenimiento repleto de ingenio, giros inesperados y brillantes líneas de diálogo.
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