Admiro la osadía de grupos modestos, y de presupuestos todavía más modestos, que se enfrentan a grandes y complicados textos teatrales. Valoro mucho que no sacralizen a los clásicos ni les tengan ningún tipo de respeto. Pero también tengo que admitir que a los McGregor este Ròmul les ha venido un poco grande. Y es que Dürrenmatt es un gran autor al que cuesta cogerle el tono, que según mi opinión nunca tendría que ser el de farsa o parodia… que es precisamente el que adoptan casi todos los personajes. Todos menos uno, puesto que el Ròmul de Oriol Guinart navega por una naturalidad muy interesante. Desconozco si es un hecho querido por la directora Marta Domigo, pero en todo caso es un hecho que amplifica las diferencias en el tono interpretativo.
Sea como fuere, muchos recordamos todavía aquel Ròmul de Carles Alfaro en el TNC, con un Francesc Orella magnífico. Aquella fue una gran producción que poco tiene que ver con la que ahora nos ocupa, a pesar de que sea difícil olvidarla. También es bueno recordar que la carencia de ambición del montaje actual acaba haciéndolo simpático en algunas ocasiones. Por lo tanto, si os apetece recuperar un buen texto y disfrutar de una buena actuación de Guinart sólo tenéis que relajaros y pasar un poco por alto los errores que a buen seguro se han producido.