Viaje a la mente de un adolescente: una de las joyas de la temporada

Ricard de 3r

Ricard de 3r
21/05/2015

No es ningún secreto afirmar que la mente de un adolescente es un terreno inestable, imprevisible y en el que todo transcurre a mil por hora. Sin duda, se trata de un mundo fascinante que merece la pena descubrir y adentrarse, teniendo la oportunidad perfecta de hacerlo gracias a obras como ésta, que en mi opinión se encontraría entre lo mejor de esta temporada teatral .

Así, nos encontramos con una apuesta que no tiene miedo de arriesgar y que tiene muy claro a dónde quiere llegar, desarrollando sus ideas con acierto y decisión. Incluso, esta funciona perfectamente en el momento en que se decide romper la narrativa interna, gracias al buen cálculo de su dramaturgo, un excelente Gerard Guix. El autor sabe muy bien que está contando y que quiere conseguir en el espectador, dibujando hábilmente las emociones del personaje y haciéndonos sentir algunas de ellas, tanto desde la vertiente emocional del propio personaje como desde fuera de él . De hecho, nos encontramos con una obra interpretada por un solo actor, pero que huye de la estructura del monólogo habitual, narrando una historia a partir de lo que sucede en esta y no a partir de lo que nos cuenta un personaje. En este sentido, la obra prefiere mostrar para conseguir transmitir emociones al espectador, haciendo un uso de las mínimas palabras posibles. Así, a través de lo cotidiano, Yeso nos dibuja un personaje y una situación tremendamente realista que, poco a poco, irá cambiando al aliarse con el azar para justificarse a sí mismo ante una vida que lo desborda.

Por otra parte, la dirección de Montse Rodríguez juega con el dinamismo, el cual facilita el visionado de la obra al espectador y, al mismo tiempo, refleja cómo se mueve el mundo interno del personaje. En este sentido, su acertada dirección se fusiona a la perfección con el texto, recreando este mundo interno y transmitiéndolo inteligentemente al espectador a través de diferentes elementos como la música, la iluminación, la escenografía, los múltiples objetos utilizados, el movimiento escénico y, incluso, jugando con la intimidación.

Por último, tenemos la cara visible del magnífico tricéfalo que forma la compañía À trois teatro, coronado con la sensacional interpretación de Quim Ávila, un joven con mucho talento que nos presenta un personaje lleno de matices, cuidándolos y transmetrent- hasta el último detalle. En este sentido, el actor sabe encontrar el punto justo para no excederse en su interpretación, un factor altamente complicado dada la alta proximidad física del público y las características del propio personaje. Así, el joven se sumerge y explora con acierto las emociones de Ricard y las muestra con mucha naturalidad, tanto en las situaciones cotidianas como en las violentas. Por tanto, nos encontramos con una actuación memorable, la cual resulta el complemento idóneo para una obra que resulta ser transgresora, valiente y que no deja indiferente. Sin duda, un claro ejemplo de que el riesgo y la valentía para explorar el propio material puede conducir a una auténtica joya cuando se sabe a dónde ir y se trabaja de forma inteligente.

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