Rhum es emoción, risas, amistad, la magia de una profesión y, sobre todo, el amor por una persona. Un homenaje entrañable y precioso, lleno de matices y detalles que te cautivarán.
Nos encontramos ante una pista de circo llena de baúles, maletas, música, ternura, caresblanques, lucecitas, recuerdos, ‘muehte’ (de morirse) y cinco payasos fantásticos: Jordi Martínez, Joan Arqué, Roger Julià, Guillem Albà y Pep Pascual, que hacen que la sala se llene de complicidad, de risa sincera y de ganas de que no termine.
Un payaso no debería morir nunca. Pero es que si lo hace, los propios payasos se encargarán de que así sea. Payasos que homenajean payasos. Poesía por uno de los oficios más generosos: hacer reír. La reivindicación de una profesión. Nadie sabe de dónde vienen, cómo son, ni hacia dónde van. La cuestión es que están. Una historia preciosa que, por si fuera poco, va más allá de la pista. Y si no, queda un día con el Martí Torras (director) y hablad. Eso sí, un día que tenga unas cuantas horas por delante, pues os aseguro que quedaréis boquiabiertos, con la de cosas que os explicará. Y ya está, os habrá atrapado, porque es de esas historias que te llevas a casa, que al día siguiente todavía le das vueltas y sonríes recordándola.
Rhum es un trabajo de artesanía construido entre todos. El primero, el Monti. Tanto Monti, Monti tanto. Pero lo cierto es que las cosas, cuando se hacen ‘contodoelamordelmundo’, tienen ‘unnoséqué’ muy especial difícil de olvidar.