Esta producción presenta a tres personajes que se encuentran viviendo en el mismo sitio mientras sus vidas se están transformando. Cada uno con su historia avanza como puede y al ritmo que necesita. Eneko (Íñigo Martínez) es un bailarín punk que se ha metido en la danza con su diversidad funcional, Chloe (Vidda Priego) es una fotógrafa trans haciendo la transición y Anna (Blanca Pàmpols) es una madre divorciada que se tiene que enfrentar a la vida sin marido ni hijos después de dedicarles la vida.
Tres personas totalmente diferentes a simple vista, que acaban encajando por la compresión y el entendimiento que encuentran en las demás. Cada una está recorriendo un camino diferente, pero en el fondo las tres se están envalentonando para conseguir sus sueños. Durante la convivencia se enseñarán las unas a las otras a no forzar los eventos y a ser capaces de hacer aquello que desean.
El texto, aunque a veces hace perder el hilo a la espectadora, consigue traspasar el escenario para presentar al público que cada uno es el responsable y tiene la libertad para decidir cuándo enfrentarse a su miedo. Nos muestra que somo capaces de enfrentarnos solos/as y que todo el mundo tiene que respetar tus tiempos. Eneko lo dice bien claro “mi miedo lo salto yo, tu salta el tuyo”. Un texto claro y directo, con pequeños tropiezos para seguir el leitmotiv, que llega con su mensaje.
La puesta en escena, con una mezcla de danza, movimiento y momentos musicales envuelven el mensaje haciéndolo más plástico y visceral, más pasional. En la mayoría de ocasiones la jugada entre los cuatro elementos del decorado, las luces, los visuales y la música funciona como un reloj, preciso y bien encajado. Pero en algunos momentos, la mezcla confunde el mensaje. Como pequeño consejo, añadiría unos micrófonos a cada intérprete durante la representación, ya que en algunos momentos se tienen que sobreponer al audio que cubre la escena i no lo consiguen, haciendo difícil seguir algunos momentos textuales de la obra.
Teatro humano y arriesgado, que pone sobre el escenario una mirada diferente y reta al público a implicarse emocionalmente. Estas tienen que ser las historias del futuro.