Decía el gran Gabriel García Márquez que él, por encima de todo, se consideraba un periodista. Como escritor de referencia mundial, quizás Relato de un náufrago no es una de sus novelas capitales pero tiene una gran importancia dentro de su obra, precisamente, por ser su libro de carácter más marcadamente periodístico. Resulta de entrada interesante que alguien se atreva a hacer una adaptación teatral de este texto, escrito en primera persona, donde los hechos tienen todo el protagonismo y los diálogos son, prácticamente, inexistentes. El resultado es una crónica dividida en dos voces con momentos de gran fuerza emocional y algunos recursos vistosos relacionados con el agua pero, en general, excesivamente narrativa. En realidad, lo más destacable del montaje es la entrega total de Àngel Llàcer en el papel de náufrago, llevando al límite, físicamente, el personaje, escenificando con verosimilitud todas las circunstancias de su aventura. La aportación de Emilio Gutiérrez Caba es también bastante solvente pero, como interpretación, implica menos riesgo y más comodidad. La aventura, por lo tanto, es distraída y el estilo de escritura del Gabo siempre luce. A pesar de esto, se echa de menos algo más de imaginación en la puesta en escena que queda lastrada por un exceso de fidelidad al texto escrito y la búsqueda de un realismo que le corta las alas desde el comienzo.
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