Los turistas son los otros

Reiseführer

Reiseführer
02/01/2020

La Ruta 40 es quizás mi compañía preferida por sus propuestas, puestas en escena, textos, magníficas interpretaciones de Sergi Torrecilla, Albert Prat y Alberto Díaz y de quien se acompañan. Además, no son previsibles sin que busquen, diría desde la distancia, la sorpresa épatant sino que exploran en cada momento lo que más les ayuda a expresarse. Así, tanto pueden invitarnos a una joya emotiva como la añorada El llarg dinar de Nadal, a todo un Pinter (La col·lecció), a un tratado contemporáneo sobre la memoria (Cúbit), a revivir revoluciones sociales (La lluita constant) o ahora, a este Reiseführer, donde el título nos descoloca. No os asustéis: guía de viaje.

Y es que esta obra reflexiona / nos hace reflexionar sobre viajar o hacer turismo, que no son lo mismo. Dirigidos por Ferran Dordal (Agrupación Señor Serrano) y con un punto de partida ingenioso como es hacer un tour por Barcelona para turistas y captar que la ciudad que viven no es exactamente la que allí ven y se explica, desnudan qué significa viajar en el sXXI. ¿Es todavía posible viajar, viajar cuando en el último rincón del mundo hay wifi y camisetas de tu equipo de fútbol? ¿Por qué fotografiamos obsesivamente y no contemplamos? ¿Puedes no ser turista cuando estás de paso? Nos molesta recibir turismo pero a la que podemos, nos escapamos a otros lugares; pero claro, nosotros no somos turistas sino viajeros… como en Rostoll Cremat cuando recuerdan a la hija turistofóbica, defensora de la Mallorca de antes, que vaya, ella marcha a Cancún … como los alemanes a la isla.

Encontramos los tres ruteros solos en escena y con una naturalidad absoluta, fresca y simpatiquísima empiezan una conversación sobre vivencias, anécdotas, ideas, datos, fragmentos hilarantes de guías … Con tanto material y cómo fluye, o eso recibimos, entre ellos la conversación, las funciones nunca son iguales. Y es que todo parece, seguro que no lo es, casi improvisación, y esto lleva empatía y conexión.

No pretenden aleccionarnos ni alzar ninguna bandera (gracias!), sino ponernos delante la gran contradicción de viajar hoy en día de una forma que no puedes más que sonreír, y mucho, con un poco de vergüenza cómplice: de hecho , buena parte de lo que explican es para reír de ellos mismos.

Ya puestos, apunto mis manías sobre el tema: ¿por qué visitamos las ciudades en domingo cuando están muertas? ¿No os parecen ridículos todos los que explican satisfechos que el guía turístico local los llevó a un lugar «que no era para turistas»?

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