Si algo me gusta de ir a la Sala Flyhard es la sensación de estar yendo a ver teatro vivo, recién hecho, que habla del aquí y ahora. Desde sus inicios mantienen la apuesta por la nueva dramaturgia catalana, y es el campo de pruebas que está forjando una nueva manera de hacer teatro, más cercana y directa. Con Refracciones he descubierto a Concha Milla, que nos propone una comedia que pone en evidencia los diferentes prismas con el que cada miembro de la pareja vive el día a día.
La propuesta es fresca y desenfadada al principio, y adquiere tintes de drama romántico a medida que avanza la historia. La trama acompaña a una pareja desde el enamoramiento hasta su separación, y seremos testigos de una convivencia y unos problemas en los que nos podemos perplejo absolutamente. En cuanto comienza el espectáculo, con unos créditos dignas de película indie, instalan un lenguaje que bebe del género audiovisual, con saltos de espacio-tiempo y un uso constante y evidenciado – a veces excesivo- de la banda sonora para enfatizar los momentos más emotivos. Salí con un buen gusto y ganas de ver nuevos textos de esta dramaturga. Adelante con la Flyhard y con el teatro de proximidad!