La comedia, el drama, la vida

Ramon

Ramon
21/11/2019

Una de las cosas más bonitas del teatro es descubrir obras que no son lo que parecen. En este sentido, Ramon es una de las más gratas sorpresas que se han presentado en lo que llevamos de temporada. El espectáculo parte como un monólogo divertido sobre la crisis de los cuarenta, con los típicos conflictos sentimentales, familiares, artísticos y profesionales de un hombre heterosexual inmaduro que no sabe cómo enfocar su vida. A pesar de tratarse de un tema ya explorado en muchas y varias ocasiones anteriormente, su protagonista sabe darle un carisma especial al relato que se llena desde el primer momento de una gracia genuina. Repleto de canciones, referencias nostálgicas y algunas anécdotas, el espectador nunca llega a saber hasta qué punto todo aquello que se nos explica es una ficción o es autobiográfico, pero precisamente esto forma parte de su original magnetismo. Ahora bien, el momento en que la historia gira hacia un acontecimiento dramático es cuando todo, verdaderamente, se eleva a un material sensible, único, inesperado y valioso. Sin caer en el sentimentalismo, lecciones moralistas ni frases de autoayuda, el montaje muestra una realidad que irrumpe en la trama de forma repentina e imparable para cambiarlo todo, de la misma forma en que ocurren estas cosas, precisamente, en la vida. El actor Francesc Ferrer tiene la habilidad para conducir al público por el drama o la comedia según convenga, con gran sensibilidad y matices, consiguiendo que su interpretación sea indivisible del realismo de la historia misma. En definitiva, se trata de una pieza inesperada, profunda y, al mismo tiempo fresca, que ningún prejuicio tendría que impedir a los espectadores animarse a ir a verla.

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