El horror que se tiene que denunciar

Pruna

Pruna
01/04/2024 - Centre de les Arts Lliures

La consciencia de la realidad a veces cuesta de llegar. No saber averiguar si aquello que ocurre es normal o está bien es difícil de discernir, especialmente cuando se es un/a niño/a y la persona que tiene que cuidar y velar por otra traiciona su confianza con manipulaciones y dolor.

En esta obra, Pruna es a la vez una niña que explica cómo pasa los días en cada con su padre y una mujer que narra con ilusión cómo va su restaurante y que ha conocido a un cliente que la hace tambalear. La mujer actual está marcada por el abuso infantil sufrido por la niña. Un hecho que no la ha dejado en todos estos años, que aún determina su vida.

Con un collage de testigos, se construye este relato poético y monstruoso al mismo tiempo. Como si fuera un cuento explicado a la niña pequeña que ha sufrido el horror, se exponen los hechos y las situaciones vividas durante este abuso.

Una escenografía limpia, sin ningún instrumento más que el movimiento de los cuerpos y el de una figura que se deconstruye según el momento de la vida de Purna en qué aparece, es todo lo que se necesita. A más adulta, la sombra de la figura se va deshaciendo, como un símil de la importancia y el peso que tiene el abusador en la vida de la protagonista.

Laura Calvet (niña) y Annabel Castán (adulta) van creciendo ante el público como su personaje. Un inicio tímido va abriendo la puerta para que las dos vayan apropiándose, poco a poco y con un ritmo excelente acorde con la narración, del relato que están exponiendo a la espectadora. Aquello que parece al principio foráneo acaba asentándose en la voz de las dos intérpretes, cada vez más seguras y confiadas en exponer la realidad vivida.

Además de la historia en primera persona que se ve en el escenario, los y las integrantes de la compañía aprovechan para mostrar que no es un hecho puntual, si no que hay miles de historias parecidas y que los números lo dejan claro. De hecho, esta exposición de datos, aunque interesante, queda un poco desdibujada como una un alista de datos inacabable, como un batiburrillo de datos. Ayudaría a la espectadora a retenerlas y ofrecerle la dimensión adecuada si fueran proyectadas de alguna manera en el escenario, para imprimir su valor con más peso.

Intensa, chocante y escalofriante, la realidad que esta producción pone en la palestra es dura, pero es necesario exponerla con un altavoz para que no quede en el ostracismo y se pueda hacer alguna cosa para aturar de verdad esta monstruosidad.

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