Las penas y los momentos duros se pueden explicar con una sonrisa en la boca y con mucho color, purpurina y plumas. La alegría y las amistades, a veces, ayudan a afrontar las dificultades que se presentan en la vida. Una buena canción te eleva el espíritu y las ganas de tirar hacia adelante.
Una versión más de Priscilla y en el teatro se vuelve a plantar un autobús que llevará a dos drags Queens y una mujer trans a un viaje hacia una actuación en medio del desierto que les cambiará la vida. Pero realmente será el viaje, y no la representación, aquello que determinará su futuro.
Como en la película de 1994, este musical se acompaña de un repertorio de canciones de éxito del pop y la música disco con libreto original de Stephan Elliott y Allan Scott. Aún con la dureza de algunas escenas, esta obra es un canto a la vida, a luchar por conseguir ser una misma y a contar con las personas que están alrededor.
Con un montaje increíble y una escenografía que aporta exactamente todo aquello que necesita el relato, maravilla especialmente el vestuario, los tocados y toda la puesta en escena de luces y colores. La rapidez por cambiar de decorado y de vestimenta se merece un aplauso muy extenso.
Empezando por las divas que surgen del cielo en el primer momento para explicar que están “lloviendo hombres” (¡vaya voces!), pasando por todo el reparto de bailarines/as y coro, y cerrando con los protagonistas el reparto es fascinante. Muestran su talento cantando, bailando e interpretando.
Cristóbal Garrido/Sharonne, Víctor González y Daniel Garod como trio principal tienen una química muy interesante, sus interacciones muestras una amistad de años, con sus bromas internas y las rencillas propias. Poco a poco sus personajes van dejando ver quiénes son realmente, se quitan sus miedos -que escondían bajo una máscara de sarcasmo- y abrazan todo aquello que les hace ser ellos/as.
Musical divertidísimo, lleno de canciones que enganchan al público y lo hacen bailar y cantar en su butaca. Un día difícil y cansado se transforma en una oportunidad bajo el filtro de Priscilla, ¡qué felicidad!