Ya sabemos que las relaciones de pareja no son fáciles y el teatro, la poesía, las películas y las canciones (las buenas y sobre todo las malas) se empeñan en mostrarnos esto. Es por ello que cuando vemos otra obra que comienza con una discusión hay gente que se pone las manos en la cabeza: Otra vez lo mismo? Y aunque lo sea, en Pretty, no tenemos esa sensación.
Neil LaBute cada vez es menos un desconocido en nuestro país (ya somos unos cuantos que le vamos siguiendo la pista) y sabemos su valía a la hora de construir situaciones que parecen funcionar por sí solas. En esta pieza se apoya en el humor para hacer una crítica de la superficialidad que nos lleva a recorrer senderos menudo ajenos a nosotros mismos. Los cuatro actores juegan un papel importantísimo para dar el ritmo de comedia (no paran de enlazar chistes, gags físicos e incluso se atreven a romper con total naturalidad la cuarta pared sin que haya ningún tipo de bajada) y también son capaces de llegar a un puerto razonable en los momentos más íntimos y personales. Destaco también la traducción del texto que ha optado, con cuatro buenas pinceladas de castellanismos y referencias locales, acercar el texto sin perder la esencia.
Sin embargo, aunque Pretty juega con una baza muy buena y lo hace totalmente a la vista. Pocos giros, pocas sorpresas y una ética que queda algo coja por el histerismo de la chica (no desvelo nada, solo es un minuto de la obra) y la actitud del amigo. Ahora bien, todo esto está inteligentemente jugado a favor de la risa y del pasarlo bien. Una comedia de calidad que no os defraudará.