Parece como de mala educación decir en voz alta que nos preocupa nuestra imagen pero, sinceramente, que levante la mano quien no se mire al espejo antes de salir de casa. Mejor todavía, que levante la mano quien sea capaz de aguantar con estoicismo que alguien le mire a los ojos y le diga que no es guapo. Especialmente si ese alguien es su pareja.
Sixto Paz ha escogido un texto de LaBute que, a pesar de tratar un tema en priori muy frívolo, pone el dedo en la llaga desde el primer minuto; después todo se trata de escoger un reparto capaz de hacerlo brillar (hecho) y de jugar con los espectadores como solo ellos saben (hecho).
¿El resultado? Una obra muy divertida, con una buena dosis de mala leche y que da para postfunciones de lo más interesantes.