Una comicidad equivocada

Prefiero que seamos amigos

Prefiero que seamos amigos
03/12/2017

Hay muchos estilos de comedia y muchos recursos diferentes para hacer reír al público, pero siempre he pensado que cuando los actores (los actores, no los personajes) se ponen a reír en escena para buscar la complicidad de los espectadores quiere decir que algo no funciona… Sobre todo si el recurso es postizo y buscado, como parece que pasa en este montaje de Prefiero que seamos amigos, obra del humorista francés Laurent Ruquier. Una obra que no disimula su débil punto de partida ni su errática evolución, pero que seguramente funcionaría si se hubiera tomado más seriamente y no como una antigua revista de Lina Morgan, donde sí estaban permitidos y aceptados determinados recursos que aquí rechinan un poco.

No se puede negar que Lolita tiene un carisma a prueba de bombas y que la química con Luis Mottola funciona a ratos, pero la dirección de Tamzin Townsend parece inexistente. Los actores van dando tumbos por culpa de un texto que no ayuda y también por unas indicaciones que obedecen más a potenciar la fama de la actriz que a construir una historia. Sólo así se pueden entender las incursiones musicales, que se agradecen pero que no aportan nada en absoluto. En definitiva, una obra que satisfará a los fans incondicionales de la artista pero que decepcionará a aquellos que disfrutaron con la Colometa que la actriz defendió tan bien en el mismo escenario del Teatro Goya.

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