Poe fue en su momento uno de los proyectos más arriesgados de Dagoll Dagom. Al estilo de lo que habían hecho con T’odio amor meu, cogieron la obra de un autor consagrado -en este caso Edgar Allan Poe sustituyó a Dorothy Parker- y mezclaron varios textos para rendirle homenaje. Aquí, sin embargo, la partitura fue original, y el efecto de las canciones fue el de crear la atmósfera precisa para encajar las conocidas historias de terror gótico del escritor norteamericano, que van desde La caída de la Casa Usher a El pozo y el péndulo o El barril de amontillado.
Recuperar este musical dieciséis años después ha sido todo un acierto, dado que en su momento quizás no encontró la respuesta deseada. Víctor Álvaro, al frente de la Compañía Gataro, ha vuelto a adaptar una pieza de Dagoll Dagom a su estilo, siempre a medio camino entre el cabaret y la pantomima. Al igual que ya hizo con Flor de nit, ha optado por una visión propia y totalmente ajustada a las condiciones y medidas del Teatro Almería. Consciente de las limitaciones, ha acabado por ofrecer un espectáculo visualmente rico y musicalmente muy correcto. Por otro lado, los actores -todos muy jóvenes y prometedores- han sintonizado enseguida con el estilo y han conseguido que Poe vuelva a brillar… y a inquietar al personal, aunque esta vez se mezcle con el humor que ya es marca de la casa.