Un Txhéhov muy particular

Platonov

Platonov
24/07/2016

Txhéhov no es un autor fácil de representar. Su mundo costumbrista, la Rusia rural y el contexto histórico que late detrás de todos sus textos hace que a menudo nos encontremos con producciones que no acaban de sacudirse la caspa de encima. Además, es difícil acertar con el tono, siempre a medio camino entre el naturalismo y el lirismo… con fuertes cargas de melancolía y desencanto y con un humor muy particular, difícil de digerir. No sé si el director neerlandés Luk Perceval le ha acabado de coger el tono y la medida a este Platonov, pero lo que está claro es que la propuesta es rompedora y absolutamente innovadora dentro del universo del autor ruso. La opción de una interpretación casi expresionista, la idea de la inmovilidad -un recurso al que nunca me acostumbro en teatro- o la intervención de un pianista que respira, gime y grita encima del piano hacen de esta propuesta un Txhéhov muy particular. El trabajo de los actores, por otro lado, es otro de los grandes aciertos, a pesar de que tengo que admitir que a mí me costó de seguir la trama… y en algún momento la propuesta me saturó. Creo que no fui el único, a pesar de que en los saludos finales media platea estaba de pie y aplaudía cómo si no hubiera un mañana.

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