Un viaje por las emociones

Petits exercicis pel bon morir

10/02/2014

Están haciendo una obra que te gustaría ver (porque te llama la atención el título, los actores, el director, o porque alguien te ha dicho que lo hagas). Compras una entrada y, muy a menudo, la imprimes. Esperas a que llegue el día. Llega. Vas andando, o en bus, o en moto, al teatro. En la entrada, te encuentras con una persona que te dice hola, te coge la entrada y la desgarra/hace un agujero/la mira. Haga lo que haga, querrá decir que te deja pasar. Entras. Y te encuentras otra persona; esta se encargará de darte las indicaciones necesarias para que llegues a la butaca en el menor tiempo posible. Hazle caso. Te acomodarás, como puedas, estudiando la manera más práctica de organizar tu cosas, abrigos, bufandas, bolsos o carteras. Una tercera persona sonará por los altavoces y te dirá que apagues el móvil. Hazle caso, hazle MUCHO caso. Las luces se apagarán, para encenderse de nuevo unos segundos después. Aparecerán otras (en algunas salas las mismas de antes) personas arriba (o abajo, o a tu lado): en cualquier caso, en un espacio que denominaremos escenario. Vivirás unas sensaciones. Al final, las luces se apagarán. Después todo el recinto se encenderá. Aplaudirás y, en el mejor de los casos, te pondrás en pié. Cómo puedas, cogerás todas tus cosas. Saldrás por la puerta. Las personas te dirán adiós. Has ido al teatro.

Pero ¿que pasa si nos distanciamos de este concepto tradicional del teatro? Qué pasa si no hay escenario, ni luces que se apagan y se encienden. Si mezclamos los actores y los espectadores. Si tú mismo te encuentras inmerso en la historia, siendo partícipe de lo que está pasando. Si los actores te tocan, te hablan al oído o te piden que te tapes los ojos. ¿Qué pasa cuando no aplaudes, al final del show?

Teatro de los Sentidos lo investiga a Pequeños Ejercicios por el Buen Morir, un espectáculo que propone jugar, buscar y alejarse del teatro convencional. Romper la barrera que separa el escenario del patio de butacas, proponiendo al espectador convertirse en viajero, en protagonista de su historia y de su espectáculo.

A la entrada, una mujer nos pide que dejemos todos los objetos (móviles incluidos) en el guardarropía. Después, un hombre nos explica una historia y nos pide que colguemos la chaqueta, que nos preparemos. Minutos después, abrimos una puerta enorme.

Dos caminos. Dos puertas. Una conduce a los pequeños ejercicios por el buen vivir. La otra, a los pequeños ejercicios por el buen morir ¿Qué eliges?

Y empieza el viaje.
Curiosidad. Duda. Sorpresa. Misterio. Desconocimiento. Conciencia.
No es exactamente ir al teatro. Supone asistir a algo especial, preparada porque cada cual de nosotros participe de manera activa; a veces en silencio, a veces a oscuras, por un espacio por el cual no estamos acostumbrados a andar.
Un viaje por las emociones.
Una celebración para todos nuestros sentidos.

Mi consejo? Dejáis que os guíen por un ritual festivo: brindando por la vida, y por la muerte.
Desnudaos de prejuicios, id, y disfrutad.

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