Como las meninas de Velázquez, con un cuadro pintado dentro de otro cuadro, Pel Davant i pel Darrera nos ofrece una obra dentro de otra obra. Una obra, tejida minuciosamente y sincronizada con reloj suizo, que habla de la doble moralidad sin sermones dominicales y con ligereza. Ligereza inteligente eso sí. Y esa es la más difícil: la que sin recurrir a lo vulgar y lo trillado consigue hacer reír a mandíbula batiente. Para ello se cuenta con unos personajes de lo más pintorescos: una criada gorrona, un ladrón borrachín, un director de obra alterado, un evasor de impuestos y una frívola inspectora de hacienda. Todos ellos nos demostrarán que no hace falta recurrir a lo magnánimo y transcendente para hacer una obra maestra. O más concretamente, tal y como se viene anunciando en cartelera la mejor comedia del mundo. Puede que el superlativo sea demasiado pomposo, pero en todo caso, sino es la mejor, seguro que es y será siempre una obra digna de pódium. No en vano, el éxito de cada regreso escénico en nuestros ha convertido ya la obra en un clásico.
¡Enlace copiado!