Divertida, alocada y fresca, así se podría definir a esta obra. Se trata de un musical sencillo, sin grandes pretensiones, pero que engancha al público con sus diálogos y sus ocurrencias, dentro de un marco austero y muy resolutivo.
La Teresa, la Olga y la Carmen, son tres mujeres, amigas desde la infancia, que se han acompañado al largo de su vida en todas sus aventuras. Bajo un juramento infantil, las tres tienen la obligación de acudir cuando una de las otras dos lo necesite e invoque la promesa hecha cuando eran unas niñas pequeñas. Olga ya tuvo su momento, y ahora es Teresa la que quiere que sus amigas la acompañen a París. Allí se encontrará con el donante de esperma que conseguirá que, por fin, se convierta en madre. Al principio les parece una locura, pero al final acceden.
La Teresa es maestra de escuela de niños pequeños, la Olga lleva una cadena de hoteles y la Carmen trabaja en una peluquería. Sus profesiones muestran, en cierta manera, cuál es su personalidad. La Olga es una obsesa del trabajo, cuadriculada, que piensa hasta el último detalle de su existencia. La Carmen es más pasional, vive más el momento y se deja llevar por sus emociones. La Teresa, por su lado, es calmada, pero tiene como objetivo en la vida ser madre y no parará ante la posibilidad de conseguirlo. Personalidades que chocan entre sí, pero que también les hace estar unidas con el paso del tiempo.
A lo largo de la obra vamos viendo cuál es la realidad de cada personaje. Cada una está descrita a través de sus pensamientos y emociones, que se transforman en canción. Todos los personajes son carismáticos, pero Carmen, interpretada por María Viñas, se lleva toda la atención de los espectadores. Alegre, espabilada y sin pelos en la lengua, dice las verdades a la cara y Viñas consigue mimetizarse con su personaje, hasta el punto que creemos que Carmen existe de verdad. La Olga, interpretada por Mar Maestu, se nos va ganado con el paso de la trama. La acabamos comprendiendo y queriendo. Quizás el papel que queda más escondido es el de Teresa, aunque sea la excusa para el viaje. Seguramente, el hecho de ser un personaje menos extremado y más “normal” hace que pase más desapercibido. Eso no quita que Elia Corral, que da vida al personaje, no consiga poner al espectador bajo el prisma de los deseos incompletos de Teresa.
Los diálogos están muy bien estructurados, así como la trama. Las canciones van sucediendo de manera natural, divirtiendo y entreteniendo al público, provocando más de una risa sonora. Lo único que no acaba de funcionar, quizás, es la resolución de todo el conflicto. La manera como acaba el viaje es repentina y demasiado rápida. Después de un viaje con una evolución natural y con un ritmo compasado con la historia, de repente vemos como todo se acaba. La trama no concluye con la misma elegancia que el resto de la narración y, eso, le esta concordancia a toda la obra.
En cuanto a la puesta en escena, los cuatro elementos escogidos para acompañar a las actrices durante su travesía son exactamente los necesarios. No se abusa de ningún objeto ni se frivoliza su uso.
París es la excusa perfecta para pasar un buen rato, disfrutar de buena música i de unas buenas actrices y cantantes. También hace falta remarcar que se tiene que ir preparado… quizás nos vemos reflejados en algún personaje más de lo que nos gustaría.